Salir de una adicción no es solo dejar de consumir. Es, en muchos casos, reconstruir una vida entera: la forma en que una persona se relaciona consigo misma, con los demás y con su historia. Aunque existen casos aislados de personas que logran dejar el consumo sin ayuda externa, en la gran mayoría de los casos la recuperación sostenida requiere apoyo, comunidad y herramientas emocionales profundas.
Más allá del consumo: entender qué es una adicción
La adicción no se mide exclusivamente por la cantidad de sustancia que se consume, sino por el nivel de daño que esta provoca en las distintas áreas de la vida: relaciones familiares, desempeño laboral, salud mental y física, capacidad de autorregulación, entre otras.
Por eso, una persona puede beber solo una vez al mes y aún así tener un problema grave si cada episodio termina en violencia, irresponsabilidad o sufrimiento para su entorno. Del mismo modo, puede haber quienes consumen con más frecuencia pero mantienen un funcionamiento saludable. La diferencia está en el impacto destructivo, no en la frecuencia.
Reconocer ese impacto es el primer paso para salir de una adicción, ya que permite dejar de justificar el consumo y comenzar a buscar ayuda de forma consciente.
El mito del «puedo solo»
Uno de los mayores obstáculos para buscar ayuda es la creencia de que “debo poder solo”. Esta idea, profundamente arraigada en la cultura latinoamericana, lleva a muchas personas con problemas de adicción a intentar, fallar, y volver a caer, generando sentimientos de frustración, vergüenza o culpa.
Aunque existen personas que logran sostener su abstinencia sin apoyo formal, la mayoría necesita algún tipo de red: terapia psicológica, grupos de ayuda mutua, un entorno estructurado, o la combinación de varios recursos. Y no se trata de debilidad, sino de reconocer que la adicción es una enfermedad emocional que muchas veces se alimenta de la soledad, la negación y el silencio.
Herramientas disponibles en Chile para salir de una adicción
En Chile, existen múltiples alternativas de apoyo para quienes buscan iniciar un proceso de recuperación:
1. Grupos de 12 pasos
Programas como Alcohólicos Anónimos (AA), Narcóticos Anónimos (NA) y Jugadores Anónimos (JA) están activos en distintas regiones del país y también ofrecen reuniones virtuales.
Estos grupos trabajan con una metodología estructurada que promueve la honestidad, la espiritualidad (en un sentido amplio, no religioso) y la responsabilidad personal. Para muchas personas, formar parte de un grupo de 12 pasos ha sido clave para salir de una adicción, gracias a la contención emocional y el acompañamiento que brinda la experiencia compartida entre quienes han vivido situaciones similares.
La identificación con otros y la posibilidad de hablar sin ser juzgado generan un espacio seguro y poderoso para iniciar el cambio.
2. Terapia individual, familiar y grupal: una base sólida para la recuperación
Contar con el acompañamiento de un terapeuta especializado en adicciones permite abordar el problema desde su raíz emocional: la ansiedad, los traumas no resueltos, la baja autoestima, la codependencia o las creencias distorsionadas que perpetúan el consumo.
En muchos casos, también es esencial incluir a la familia en el proceso terapéutico, especialmente cuando existen dinámicas de dependencia emocional, comunicación disfuncional o normalización del abuso. La terapia familiar no solo ayuda a sanar vínculos, sino que permite establecer límites saludables y construir un entorno que favorezca la recuperación.
En el programa residencial del Centro de Rehabilitación RYEV, se integran de manera sistemática:
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Terapias individuales, enfocadas en el autoconocimiento y la gestión emocional.
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Terapias familiares, que incluyen a los seres queridos como parte activa del proceso.
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Terapias grupales, fundamentales para fomentar la empatía, la responsabilidad compartida y el apoyo entre pares.
Este enfoque integral permite trabajar de forma profunda y sostenida los factores personales, relacionales y sociales que sostienen la adicción.
3. Centros de rehabilitación
Cuando la adicción ha llegado a un punto crítico —con impactos evidentes en la salud física, emocional, familiar o laboral—, muchas veces el paso más acertado es acudir a un centro de rehabilitación especializado. Estos espacios están diseñados para ofrecer un entorno seguro, estructurado y libre de sustancias, lo cual permite a la persona comenzar un proceso profundo de recuperación sin las distracciones ni los estímulos del entorno habitual.
Los centros de rehabilitación cuentan con un equipo multidisciplinario que puede incluir psicólogos clínicos, terapeutas especializados en adicciones, psiquiatras, trabajadores sociales y monitores capacitados en acompañamiento terapéutico. Este enfoque integral no solo aborda el consumo como síntoma, sino que profundiza en los factores emocionales, relacionales y existenciales que lo sostienen.
Tipos de programas
Dependiendo de la situación personal y el nivel de gravedad, se puede optar por:
- Tratamientos ambulatorios: ideales para personas que aún conservan cierto nivel de funcionalidad, pero requieren acompañamiento profesional periódico. Permiten continuar con la vida laboral o familiar mientras se realiza el tratamiento.
- Tratamientos residenciales: recomendados en casos de alto riesgo o reincidencia. Al ofrecer un entorno completamente contenido, permiten una desconexión temporal del entorno disfuncional, y una inmersión profunda en la recuperación.
¿Qué hago si no hay grupos o centros en mi ciudad?
Gracias a la pandemia, hoy existen miles de grupos online. Solo necesitas conexión a internet y el deseo de iniciar el proceso. Incluso hay test en línea, como los de alcoholicosanonimos.com, que pueden ayudarte a identificar si tu consumo ha cruzado la línea de lo problemático.
Cada nivel de adicción requiere un abordaje distinto. Lo importante es dar el primer paso, aunque sea pequeño. La recuperación empieza con una pregunta sincera:
| ¿Quiero seguir viviendo así?
Y si la respuesta es “no”, entonces es momento de buscar ayuda. Porque sí se puede. Pero no tiene que ser solo.
El rol de la familia y el entorno
Una persona que atraviesa una adicción rara vez toma conciencia plena de la magnitud de su problema desde el inicio. La negación, el autoengaño y la normalización del consumo suelen formar parte del cuadro adictivo. Por eso, el primer llamado de atención muchas veces proviene del entorno más cercano: familiares, pareja o amigos que perciben cambios significativos en el comportamiento, el estado de ánimo, el desempeño laboral o académico, o en la forma en que la persona se vincula socialmente.
La familia y el entorno pueden ser un punto de partida crucial para salir de una adicción, al ofrecer contención, expresar preocupación de forma respetuosa y fomentar la búsqueda de ayuda profesional.
¿Qué puede hacer la familia?
Aunque la intención suele ser proteger y ayudar, es fundamental entender que la familia no puede hacer el proceso de recuperación por la persona con adicción. La sobreprotección, el control excesivo o el intentar resolver todos los problemas solo refuerzan la dinámica disfuncional.
Lo que sí puede y debe hacer la familia es:
- Acompañar con presencia y escucha activa, sin juicios ni reproches.
- Poner límites claros y saludables, que protejan el bienestar familiar sin caer en la permisividad ni en el abandono.
- Informarse sobre la naturaleza de la adicción, para entenderla como un trastorno complejo, no como un “vicio” o una “falta de voluntad”.
- Buscar ayuda externa para sí mismos, ya que convivir con una persona en consumo también genera desgaste emocional, estrés, ansiedad e incluso síntomas depresivos.
Grupos de apoyo para familiares
Existen comunidades de acompañamiento que han ayudado a miles de personas a salir del aislamiento emocional, el miedo y la culpa. Entre ellas, destacan:
- Al-Anon: dirigido a familiares y amigos de personas con problemas de alcohol.
- Nar-Anon Chile: orientado a quienes conviven con personas con otras adicciones (drogas, medicamentos, etc.).
En estos grupos, se comparte desde la experiencia y se accede a herramientas prácticas para recuperar la serenidad y reenfocar la propia vida, independientemente de si la persona con adicción decide iniciar tratamiento o no.
La familia también necesita sanar
Es importante asumir que la adicción no afecta solo a quien consume. La pareja, los hijos, los padres e incluso los compañeros de trabajo también se ven impactados. La salud emocional del entorno también merece atención y cuidado.
Por eso, en el Centro de Rehabilitación RYEV, trabajamos con un enfoque sistémico que incluye a la familia como parte fundamental del proceso terapéutico, ofreciendo espacios de contención, orientación y psicoterapia familiar, tanto en tratamientos ambulatorios como residenciales.
Recuperar el sentido de propósito
Uno de los ejes centrales de la recuperación es reconstruir el propósito. Muchas personas con adicciones han perdido el sentido de dirección en sus vidas, lo que genera un vacío existencial que el consumo viene a llenar momentáneamente.
Recuperar ese propósito no ocurre de un día para otro. Pero sí comienza con pequeñas acciones cotidianas: hacer lo que uno ama, ayudar a otros, aprender cosas nuevas, reconectar con la creatividad, buscar momentos de flow, construir relaciones auténticas y honestas.
La verdadera meta: volver a la paz
La recuperación no se trata de alcanzar una felicidad constante, sino de volver una y otra vez a la paz interior. Habrá días buenos y días difíciles, momentos de euforia y momentos de duda. Pero si se cuenta con herramientas y red de apoyo, el camino es posible.
| La felicidad no es un estado permanente. La paz interior sí puede ser un refugio constante.
¿Estás buscando apoyo para ti o un ser querido?
En el Centro de Rehabilitación RYEV te ofrecemos un espacio profesional, seguro y empático para iniciar el camino hacia una vida libre de adicciones. Nuestro equipo especializado acompaña procesos individuales, familiares y residenciales con un enfoque integral y humano.
Agenda hoy una vista o conoce nuestros programas de recuperación diseñados para adaptarse a distintas realidades.
